José Luis López Duarte | EN LA RAYALA MUERTE DE GABRIEL• Descanse en pazA Nereyda, Antonio, Luis, Yukie y a toda la familia Inzunza Inzunza, nuestra mayor solidaridad por el fallecimiento de su querida mamá Doña Chuyita, descanse en paz.Después de 15 días de sufrimiento y agonía, un trabajador de un jardín de niños, Gabriel se llamaba, murió a consecuencia de las heridas que sufrió cuando podaba los arboles de esa escuela que se ubica en la colonia Gabriel Leyva en Culiacán, casi en la esquina de las calles Teresa Villegas y Jesús Camelo, que quizá si las autoridades de primeros auxilios hubieran actuado con oportunidad es casi seguro, opinaron los médicos, hubiera sobrevivido.Gabriel era un trabajador de ese jardín de niños y preparaba, como todas las escuelas, las condiciones para el regreso a clases, y cuando podaba los árboles ese día con una motosierra, al parecer sufrió un choque eléctrico al hacer contacto con un cable y la motosierra lo hirió, quedando varado en el árbol, a donde acudieron varios vecinos ante los gritos de auxilio y dolor que emitía Gabriel, a lo que varios vecinos pidieron auxilio a Cruz Roja, por supuesto al 911, número para las emergencias en todo Sinaloa.Al final, después de dos horas llegó una ambulancia de Cruz Roja, y lo más curioso, dos trabajadores de Protección Civil, cuyo cuartel está a doscientos metros de dicho jardín de niños, llegando corriendo para apoyar, con el ingrediente que redondea la insensibilidad, ineptitud e incompetencia de las autoridades, porque a trescientos metros del jardín de niños está el Hospital Civil de Culiacán, en Obregón y Agustina Ramírez.Entre dos y tres horas sufrió Gabriel el principio de su agonía sin recibir auxilio. Sí, le llamo el principio de su agonía porque no salió del hospital hasta que murió.Es cierto que los vecinos hicieron lo más inmediato, llamar a las autoridades y esperar ayuda profesional, pero fue mucho, demasiado tiempo el que duró Gabriel desangrándose arriba de un árbol sin que se hiciera nada, y que muy probablemente esa pérdida de sangre lo llevó a la muerte.Hay coraje, irritación y frustración entre los vecinos, pero además de cuestionar toda la indolencia de las autoridades, se comenta entre algunos la inacción para ayudar a Gabriel que quizás lo hubiera salvado.No se sabe, porque el hubiera no existe, pero es obvio que los servicios de emergencia están para “soltar el llanto” a lo que se suma una evidente baja de calidad en los servicios de protección civil, y yo considero que la Cruz Roja también, y estoy convencido que si se va al hospital civil, alguna ayuda de emergencias hubieran proporcionado.Durante las dos horas que esperó Gabriel herido, cada uno de los vecinos realizó llamadas al 911 la mayoría y la pregunta en el cuchicheo siempre fue “¿Por qué no llega la Cruz Roja?” y nos lo seguimos preguntando, como también la labor de protección civil, con cinco patrullas estacionadas a doscientos metros.Quién sabe si Gabriel, si todos hubieran hecho su trabajo, se hubiera salvado, pero por lo menos no existiera la frustración de la ineptitud y solo quedaría lamentar el adiós de Gabriel y el dolor de su familia. Da coraje.¿Cómo no entender el coraje de las familias de Uvalde, Texas, por el asesinato de 20 niños y un maestro cuando intervino la policía una hora después? ¿Cómo no entender la indignación de las familias de los mineros atrapados en una mina de carbón en Coahuila desde hace tres semanas? Navegación de entradas Mazatlán Columna