COLUMNA: SOBRE EL CAMINO
Por.- Benjamín Bojórquez Olea.
Gerardo y Cuén:
El político y el científico…
Parafraseando a los clásicos, la circunstancia vivida en los últimos meses en nuestro estado nos hace recordar, querido lector, aquella emblemática conferencia del economista y sociólogo Max Weber en 1919, pronunciada en Múnich ante la Libre Unión de Estudiantes de Baviera, donde presentaba uno de estos ensayos que luego integrarían su gran obra: “El político y el científico”, en donde destaca que la política como vocación, presenta dos tipos de políticos, o más bien dos formas de hacer política. El sociólogo destacaba que se vive para la política o se vive de la política. Sin duda, los dos personajes que he indicado en el encabezado de hoy son los primeros, ellos viven para la política, son esas especies que se consideran buenos necesarios, o como lo he sostenido aquí en muchas de mis columnas, algunos padecen de manera crónico-degenerativa lo que he definido como el síndrome de María Estuardo. Pero volviendo al concepto original de Weber, palabras más palabras menos, decir que quien vive para la política hace de ello su vida, en un sentido de los más íntimo, se aprecia éticamente del sentido del poder que posee, encontrando en él un equilibrio y a su vez, tranquilidad de que tiene la conciencia de que la política le dio sentido a su vida a través del servicio, es decir, su vida está al servicio a algo, adaptándonos a nuestros días, ¿de quién?, de los más pobres, los más necesitados, de los que son motivo y fin de nuestra actual transformación ciudadana, y por otro lado están este par de personajes, que viven para la política. Max decía que esto se hacía a un nivel grosero, pues lo hacen en el nivel económico, ven la política como una profesión. Esto en la política deshumaniza la esencia, mistifica su sentido y hace que un político se encuentre absolutamente desfasado de tiempo y lugar. Aterricemos entonces la idea en el plano de nuestro estado. Gerardo Vargas Landeros, como alcalde de la tercer ciudad más importante del estado de Sinaloa, Los Mochis, tiene absolutamente todo el derecho de expresar su sentir e incluso discernir del movimiento en su esencia –como pasa todos los días en su persona–, lo que él no puede ni debe hacer es opinar tan irresponsablemente de la realidad de un municipio que dejaron devastados anteriores gobiernos, una por el evidente desconocimiento de la circunstancia del municipio, que ha tenido en los últimos años una vergonzosa tradición de gobernantes que no han logrado establecer un gobierno a la altura de su ciudadanía y de la historia de dicho municipio, mucho menos aún en el establecimiento de un Estado de derecho y la evolución o lucha contra la corrupción y la impunidad que carcomían al municipio, no hablemos entonces ni siquiera de entes autónomos que jamás cumplieron con su deber, que era la procuración de justicia y la implantación de nuevos monopolios aldeanos. Héctor Melesio Cuén Ojeda, actual secretario de Salud en Sinaloa, prevalece su capacidad de adaptación y que se puede profundizar la grieta y continuar la decadencia, o romper el maleficio con un personaje diferente pero conocido al fin, de trato y diálogo en cada sector de la geografía sinaloense. Los augurios se transforman en un ritual complejo cuando la crisis política ocupa el lugar de la bonanza y a veces necesitan justificaciones. Cuén Ojeda, a mi criterio lo considero un activo importante y el único obstáculo a futuro será dejar revanchas políticas y someterse en sentido opuesto a su nueva responsabilidad actual, ya que es de suma importancia meter todo el acelerador para la cual le fue conferido el cargo político medico más importante del estado; velar por la salud de los sinaloenses y enfocarse de forma más drástica con los sectores sanitarios, pues en estos días recientes se han suscitado varios eventos deportivos masivos en Sinaloa sin la debida sanidad y cuidados que se requieren para combatir dicho bicho que aún continua asechándonos. Por lo pronto, de esa razón de ser estos actores que hacemos mención hoy poseen todos los capitales políticos de Sinaloa, que mientras no arribemos a esa cómoda negociación y pacificación seguiremos envidiando los logros del maestro Cuén.
GOTITAS DE AGUA:
Cuén y Gerardo estarían apostando al desequilibrio político de sus nuevos aliados, si no, además, a la construcción de libertades sociales de la misma izquierda, claro con la anuencia política del nuevo tlatoani de Sinaloa. Estos dos personajes están de vuelta en las cabezas de las nuevas autoridades federales y locales del estado. Este renovado interés no es una buena noticia para los alcaldes de Culiacán y Mazatlán; más bien, refleja la erosión y exclusión de los que se dicen llamar auténticos de izquierda. Son bien conocidas las razones por las que Cuén y Gerardo han impulsado la adopción y adaptación de autoritarismos de derecha, (y en este caso de izquierdas). A medida que se adaptan a un cambio rápido de ideología y la propia reestructuración de sus equipos, muchos no creen que estén convencidos de la idoneidad en términos de adaptación política. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…
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