COLUMNA: SOBRE EL CAMINO
Por.- Benjamín Bojórquez Olea.

Ambrosio Chávez Chávez:
Legisla y opera…

Ambrosio Chávez Chávez es un operador político nato y vive en las sombras y se mueve dentro de ellas como un titiritero dentro del alma de sus marionetas. Es un personaje polifacético y omnipresente. No le interesa el brillo del oro, sino lo que el oro puede comprar. De ahí que aparezca raras veces en público en relación a un acuerdo y así destrabar por completo con mucho tacto el tema político a tratar. Es percibido como una sombra silenciosa, discreta y hasta cierto punto se pudiera tornar gris, pero no es así. Muchas veces, desprestigiado, pero con un power que genera mucha envidia dentro de la opinión pública. Otras, un completo desconocido y que desde las gradas aparece sin tanto reflector. Dentro y fuera de los círculos políticos, despierta todo tipo de sentimientos: temor, rechazo, respeto, sospechas, repugnancia, admiración. Se hace de enemigos, pero tiene la piel muy gruesa. Es sordo frente a las críticas. Eso sí, siente miedo, razón por la cual suele hacerse acompañar de discretos personajes que lo blindan de las balas políticas tanto de derecha como de izquierda y lo hacen sentirse más seguro de sí mismo. El diputado local y presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales, Ambrosio Chávez, se ha convertido durante este corto tiempo como todo un maestro en la negociación, un operador político que tiene ojos y oídos en todas partes. Llega y acumula grandes cantidades de poder. Conoce secretos y sabe cuándo debe revelarlos y cuando es mejor no hacerlo. Construye una enorme red de contactos entre los políticos de todos los partidos, entre los empresarios, los activistas y los luchadores sociales, los medios de comunicación y entre los congresistas. Cuida las espaldas de su jefe y, si es necesario, no duda en convertirse en un chivo expiatorio de lujo. Con frecuencia se convierte en el hombre fuerte del jefe para los asuntos públicos y en el representante de sus “affaires” privados. Sorprende su astucia para adivinar hacia dónde soplan los vientos de la política y la manera cómo ha de apuntar sus velas hacia buen puerto a mediano y largo plazo. Se las arregla para estar siempre del lado vencedor. Es un hombre de carne y hueso, de acción. Un diseñador de estrategias, un coordinador de funciones y, sobre todo, un hábil ejecutor que sabe cómo echar a andar los engranajes de la maquinaria que se le ha encomendado. Como el titiritero dentro del alma de sus marionetas, muchas veces debe hacerse cargo de sincronizar los labios de las marionetas, de ponerles algo de acción en las bocas, de corregir sus posturas y de marcar los tiempos de sus entradas y de sus salidas. Aunque algunas veces lo hace, rara vez participa como candidato en una elección (eso lo haría demasiado visible), sin embargo, está en todos los armados de los electorales e influye en nombramientos y destituciones de cargos públicos importantes. Igual mueve los hilos aldeanos de la política exterior como de la interior. Tras bambalinas, se mueve como pez en el agua. No solo se conforma con ser el segundo: lo prefiere. Que sea otro el que dé la cara. Ambrosio Chávez es el típico operador político, es servicial con su jefe, pero actúa como jefe de todos los subordinados del éste, aunque no tenga un cargo bien definido como lo es hasta ahora tras las columnas del recinto legislativo, tiene algunas variantes a desarrollar. Algunas veces se le asigna el puesto de secretario, aunque suela tener mayor influencia que los demás secretarios. Es más común que ostente el cargo de asesor o jefe de asesores. Cuando puede, hace que le asignen un despacho lo más cerca posible al del jefe, desde donde pueda estar atento de todo el que entra y sale, de todo lo que se dice y se calla en la oficina del jerarca. Prefiere las reuniones secretas y negociar el poder de manera informal. Se cita en la casa de algún político o empresario de confianza, en cafés o tugurios vacíos, lejos del bullicio; apartado de la política y los medios, para tratar asuntos de gran importancia y relevancia política. Dentro de estas reuniones clandestinas no solo se hace cargo de negociar los asuntos públicos de la zona centro y norte del estado de Sinaloa, sino que los resuelve.

GOTITAS DE AGUA:

En conclusión: el cumplimiento de los preceptos morales no le quita el sueño al diputado en mención. Ese ámbito pertenece a otros. Está convencido de que sus fines son tan nobles que cualquier cosa que haga por alcanzarlos está justificada. No tiene problema en sacrificar a unos cuantos por beneficiar al jerarca. «El fin justifica los medios», dice una frase de El Príncipe, aunque este tipo de operadores esté mucho más cerca del terrible José Fouché, que del incomprendido genio, Nicolás Maquiavelo. Por lo tanto, Ambrosio Chávez Chávez, da cuentas a su jefe y, si acaso, en segundo término, a su partido político que ha militado por décadas. Pero nunca lo hace a los ciudadanos, eso es considerado secreto de estado. Los ciudadanos son solo un medio para llegar al poder. Mantenerse y acrecentarlo es la cuestión, tiene mucho que ver con su función. Su papel de operador político es como el de Ladón, “Dragón de las hespérides”: custodiar el huerto de las manzanas de oro. Y para hacerlo, debe hacerse un personaje intocable. Aunque hay de operadores a operadores políticos, parece que cada gobierno ha contado con uno de ellos, al menos alguna vez, con uno de estos personajes con estas características tan pronunciadas. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

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