
Sergio Sarmiento
José Urbina, un buzo radicado en Playa del Carmen, conocido en redes sociales como “Pepe Tiburón”, es uno de los fundadores del grupo @SélvamedelTren. Me dice en una conversación que los defensores de la selva ganaron las batallas legales contra el Tren Maya, pese a enfrentarse a un gobierno muy poderoso, ya que obtuvieron la suspensión definitiva que exigían al poder judicial. Si el presidente López Obrador hubiera respetado la ley, la construcción se habría detenido… o quizá nunca habría empezado.
Pepe Tiburón es uno de los protagonistas del documental “Voces de la selva maya” que Greenpeace presentó este 7 de marzo en el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México. Con una hora de duración, el video muestra la destrucción provocada por el Tren Maya, pero también por desarrollos inmobiliarios y granjas porcícolas industriales. Es un trabajo pesimista. “La selva maya”, señala, “pierde 196 hectáreas de territorio cada día”.
Si bien hubo un tiempo en que la izquierda mexicana defendía las causas ambientales, Pepe Tiburón ha tenido que enfrentar insultos y descalificaciones de grupos cercanos al régimen que se dicen de izquierda. “Me acusaron de que me financiaba Claudio X. González, pero yo no sabía quién era Claudio X. González. Hasta me daban ganas de decir que me lo presentaran porque aquí todos los gastos los hemos tenido que pagar de nuestros bolsillos”. En otras ocasiones lo cuestionaron porque supuestamente no había protestado contra Calica, la planta de materiales pétreos cuya operación detuvo el presidente López Obrador, a lo que él respondía asombrado: “Pero si siempre me opuse a Calica”.
“Nunca me ofrecieron ningún argumento”, me dice. “No les interesaba ver los videos de los pilotes con los que perforaron los cenotes y ríos subterráneos. Todos sus argumentos eran insultos y acusaciones falsas”. Estos pilotes, como documentó Pepe Tiburón en videos, inyectaban fuertes cantidades de cemento en los delicados ecosistemas de cenotes y ríos subterráneos.
Este buzo convertido en incómodo activista no es de esos críticos que todo rechazan, que no quieren ningún desarrollo, que desean que el país permanezca atrapado en un utópico paraíso terrenal sin ningún tipo de actividad económica. En repetidas ocasiones ha dicho que, si había que tener un tren, había que hacerlo bien. Podría haberse construido sobre la carretera que ya existe a lo largo de la costa de Quintana Roo. Pero en el documental de Greenpeace afirma: “Nadie necesitaba un Tren Maya en la selva maya. Quizá transporte sí., pero no el Tren Maya”. Y mucho menos toda la infraestructura militar que ha acompañado este tren. “Militarizaron la zona”.
En el mismo documental, Wilma Esquivel Pat, una activista indígena, se queja de que el gobierno ha querido “folclorizar nuestra cultura”; “como comunidades mayas, nos usan”. Emplean el término maya para dar una imagen falsa del tren y ocultar la destrucción que han provocado. Han impuesto el tren sin considerar las posiciones de las comunidades indígenas. “No tienen intención de escucharnos”.
Lo peor, afirma en el documental Araceli Domínguez, otra activista, es que se trata de “un tren que no sale de ningún lado y no llega a ningún lado. Va a tener que estar subsidiado”. Se hizo sin considerar las necesidades de transporte. No puede competir con los autobuses de pasajeros que ya recorren la zona.
El proyecto no solo destruyó la selva en un desacato abierto a la ley y a las suspensiones de los jueces, sino que está dejando un tren innecesario que tendrá que ser sostenido con recursos públicos. Es un testimonio del daño que causaron las ocurrencias de López Obrador.
Hacer daño
No se cansa Trump en sus intentos de hacer daño a la economía de Estados Unidos y sus socios comerciales. Ayer duplicó los aranceles al acero y aluminio de Canadá a 50 por ciento. La consecuencia es una nueva caída en los mercados.
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MAR 12 2025