
Siete tipos de narrativas políticas
Guadalupe Robles
- La narrativa victimista. Es una herramienta política muy usada en política; sobre todo por los populistas. Hacerse la víctima siempre ante las circunstancias, deja dividendos políticos. El victimismo es un escudo para esconderse de las malas decisiones o de la ausencia de compromiso. Se usa para evadir responsabilidades. Para no dar la cara. Para inventar enemigos terribles. Para echar la culpa a otros. Para tejer pretextos ante las ineficiencias o la pasividad. Para culpar al pasado.
- La narrativa resentida. Hay quienes ni con el poder, olvidan sus traumas y frustraciones. El recuerdo de las injusticias que han vivido. El sentirse menos. Para ellos, el pasado doloroso, los agravios personales y las humillaciones no se van nunca. Hay políticos que no saben darle vuelta a la hoja. Políticos que no saben perdonar. Que todo se lo toman personal. Que olvidan que el gobierno no es un espacio para las rencillas personales. Que los resentimientos deben guardarse en un cajón, cuando se ejerce el poder público.
- La narrativa conspiradora. Nada hay más emocionante que la intriga del poder. La idea de que siempre hay individuos o grupos dispuestos a desestabilizar los gobiernos. Ningún hecho está huérfano de un origen conspiratorio. Cualquier declaración, discurso o acción de los opositores, lleva un plan macabro en contra de quien gobierna. Esta es una de las narrativas favoritas de los políticos. Y también de quienes no lo son.
- La narrativa polarizada. Divide y vencerás, dice el refrán popular. Y es verdad. Está narrativa busca siempre dividir a la sociedad en dos bandos: los buenos y los malos Los ricos y los pobres. Los privilegiados y los que han sido desplazados de los privilegios. Esta narrativa se nutre del conflicto y la desunión. Busca la confrontación y no la unidad. Incita a las masas a enfrentarse entre sí. Sirve también para que la sociedad esté distraída de lo que verdaderamente hace el gobierno.
- La narrativa populista. Esta narrativa no tiene un compromiso con la verdad, sino con el sentir del pueblo, que no necesariamente, a veces, es el mejor sentir. A la gente le gusta escuchar del político cosas que no le incomoden. Aquellas frases y consignas que le endulcen el oído. Ataques contra los enemigos reales o ficticios. El político populista busca que sus enemigos, también lo sean del pueblo.
- La narrativa violenta. Uno de los principios fundamentales de la política es evitar la violencia y la confrontación extrema. Pero hay líderes políticos que utilizan un discurso de amenaza, confrontación y miedo. Añoran un pasado bélico y dan a la violencia un valor central. La consideran una herramienta indispensable para resolver algunos de los asuntos públicos. La historia nos dice que, al acto violento, le antecede una narrativa violenta.
- La narrativa de falsedades. En un mundo de narrativas violentas y polarizadas, de redes sociales inquisidoras y multitemáticas, ¿quién dice la verdad? ¿Quién determina qué es la verdad? ¿Cómo se revierte una mentira dicha en la red? El hecho y la verdad se relativizan. Nada es verdad, nada es mentira, dice la sabiduría popular. Y sí.