“Arranca era Sheinbaum con incertidumbre”

Salvador Garcia Soto

La Presidencia de la doctora Claudia Sheinbaum inicia hoy como un proceso histórico, por tratarse de la primera vez que una mujer asumirá la Jefatura del Estado Mexicano y eso genera todo tipo de expectativas. Pero también el arranque de este nuevo gobierno está marcado, a querer o no, por la incertidumbre sobre la situación en la que lo recibe y por las medidas de choque que tendrá que tomar para enfrentar problemas presupuestales fuertes, crisis de seguridad en varios estados (Chiapas, Sinaloa, Guerrero, Zacatecas, Nuevo León y un largo etcétera) y, sobre todo, lo que más genera interrogantes en este inicio de sexenio es el margen de autonomía que tendrá la nueva Presidenta para tomar sus decisiones para enfrentar el que será un primer año complicado.

Históricamente en los ciclos del presidencialismo mexicano todos los arranques de gobierno son complicados y el primer año suele ser el más difícil porque la nueva administración empieza a descubrir en los hechos los problemas y déficits que recibirá de su antecesor y que no necesariamente se hicieron de su conocimiento, por lo que empiezan las sorpresas para los integrantes del nuevo gobierno.

En el caso de la presidenta Caludia Sheinbaum, la transición de gobierno fue tan atípica y acaramelada que, en medio de tantas giras y tantos compromisos en los que la trajo el expresidente López Obrador en los últimos tres meses, lo más probable es que la doctora no haya tenido todo el tiempo para conocer a detalle y con exactitud el estado en el que le entregarán la administración federal en distintos rubros y programas.

Sobre todo porque, siendo ella una admiradora tan fiel del expresidente, su lealtad hasta ahora ciega, tal vez no le permitió ver y revisar con objetividad lo que recibirá para comenzar su gobierno. Tan sólo en materia fiscal y presupuestal el grave déficit de 6% del PIB con el que recibe las finanzas públicas, representa el primer gran reto que tendrá que resolver la Presidenta con ayuda de su secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, que sí fue parte del problema por el que aumentaron el endeudamiento con déficit fiscal, ahora tendrá que ser también parte fundamental para resolverlo sin que la nueva administración tenga que recurrir a medidas drásticas como un ajuste o reforma fiscal que signifique incremento de impuestos.

El otro gran lastre que le pesará a Sheinbaum Pardo para despegar en su primer año será la cuestionada y preocupante reforma al Poder Judicial, cuya implementación y efectos son aún inciertos y trasmiten esa incertidumbre y preocupación a los mercados financieros y a los inversionistas que están atentos a que los cambios al sistema de justicia no generen efectos negativos en el equilibrio de Poderes, la certidumbre legal y la autonomía de los juzgadores federales que les garantice la vigencia del Estado de derecho para proteger sus inversiones.

Si esas condiciones que esperan los grandes inversionistas, tanto nacionales como extranjeros, no se cumplen, si el resultado de la caprichosa y demagógica reforma que propone la elección por voto de jueces, ministros y magistrados resulta un fracaso o un adefesio legal, el escenario de fuga de capitales e inversiones podría representar un primer año de pesadilla económica para la presidenta Sheinbaum y el fin de las oportunidades que representa el nearshoring para México que podría terminar por perderse las millonarias inversiones que estaban listas para venir al país, pero que se han frenado hasta no ver, en los hechos, cómo funcionará la nueva Corte y los nuevos tribunales y juzgados federales que resulten de la citada reforma lopezobradorista.

La otra gran incógnita, en medio de estados y regiones que están literalmente incendiados por la violencia del narcotráfico, es cómo será la política de seguridad y combate al crimen organizado en la era Sheinbaum que hoy inicia. ¿Se acabaron los “abrazos, no balazos” que representaron la abdicación del Estado mexicano al ejercicio del monopolio de la fuerza para contener, someter y controlar a los cárteles de la droga con sus lucrativos negocios y sus violentas guerras por territorio y en su lugar vendrá una nueva estrategia de golpes de inteligencia, pero también de fuerza a las organizaciones narcas y sus capos de la mano del secretario Omar García Harfuch? Eso es lo que muchos esperan, aunque aún falta ver cómo se resuelve la coordinación entre la autoridad civil, de la Secretaría de Seguridad federal y la Guardia Nacional recién militarizada e investida de facultades de investigación y persecución de delitos.

Esas serán sin duda los retos más urgentes que enfrente la primera presidenta en el arranque de su gobierno y a eso se le puede añadir la relación con Estados Unidos y Canadá, la renegociación del TMEC que se viene complicada el próximo año y el saber si Claudia Sheinbaum tomará distancia de la relación tensa y de reclamos con Washington que le dejó su antecesor y planteará nuevos términos en los entendimientos, las formas y el discurso para la cooperación bilateral en materia de narcotráfico y migración, independientemente de quien gane la Presidencia de los Estados Unidos en noviembre próximo.

En la ceremonia de transmisión de poderes que hoy tendrá lugar, sin duda serán importantes el primer discurso de la Presidenta y los mensajes que mande sobre las que serán las primeras líneas de acción de su gobierno. Pero si la doctora quiere empezar a combatir la incertidumbre que rodea su asunción al poder y mandar señales de certeza, harán falta más que discursos y se requerirán acciones concretas para reconocer la realidad del país y del gobierno, abandonar los elogios y loas a López Obrador y empezar a demostrar que lo que comienza hoy es de verdad un nuevo gobierno y no sólo la continuidad del anterior, con todo y la influencia del que dijo que a partir de hoy se jubilaba y se retiraba a su paraíso tropical, pero que repentinamente ya no se quiso ir y hoy volverá a despertar en el Palacio Nacional en donde ya debería habitar sólo la Presidenta en turno.

Si no quiere que la suya se convierta en una presidencia bicéfala, en el entendido de lo que dice la vieja máxima de que “el poder se ejerce, no se comparte”, más vale que la Presidenta que hoy debuta lo haga con mano firme y mando claro, porque sólo así despejará las dudas que se ciernen sobre su nuevo gobierno… Los dados abren sexenio con Escalera Doble para que le vaya bien a México.

Por elpiripituchi

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