Sergio Sarmiento
El presidente López Obrador se quejó ayer de una supuesta campaña para hacer creer que ha habido un gasolinazo en estos últimos días: “Estaba yo viendo ayer en las redes. Empieza el año, la gasolina 28 pesos el litro. No saben, en nado sincronizado. ¿Cuántos repitieron eso?”.
La información en redes, efectivamente, surgía de un encabezado del periódico Milenio que decía que la gasolina Magna había alcanzado un máximo en el país de 28.99 pesos por litro tras el aumento en el impuesto especial a la gasolina y otros productos, pero ese máximo solo se registró en una gasolinera, en Emiliano Zapata, Veracruz. Los precios promedio en México eran y son más bajos.
El “no hay ni habrá gasolinazos” ha sido una parte importante del discurso político de López Obrador. Lo ha dicho en muchas ocasiones y su candidata presidencial Claudia Sheinbaum lo repite. Los precios internacionales de la gasolina han fluctuado, pero el presidente ha utilizado el impuesto especial sobre producción y servicios, el IEPS, para subsidiar o gravar la gasolina, y mantener el precio final sin grandes fluctuaciones. La factura, sin embargo, ha sido enorme para Pemex y para el país. Tan solo en 2022 el subsidio a la gasolina le costó al erario 397,300 millones de pesos, según la Secretaría de Hacienda. Esto es cuatro veces el presupuesto de salud para 2024, que será de 96,900 millones de pesos.
Para el presidente lo importante es que no haya alzas superiores a la inflación en el precio de la gasolina, pero tampoco permite reducciones. El 12 de julio de 2022 alardeó ante el presidente estadounidense, Joe Biden, en la Casa Blanca, que en México la gasolina era más barata que en la Unión Americana. Incluso dijo: “En tanto baja el precio de las gasolinas en Estados Unidos que se ha permitido que estadounidenses que viven cerca de nuestra frontera puedan cargar sus automóviles del lado mexicano a menor precio”.
Es una tontería, por supuesto, que se obligue a los contribuyentes mexicanos a apoyar a los consumidores estadounidenses, pero también que los recursos del erario se empleen para subsidiar el gasto en gasolina y no, por ejemplo, en proporcionar servicios públicos de salud. Sin embargo, fuera de ciertos momentos con altos precios internacionales, cuando el presidente ha subsidiado la gasolina, los precios en México han sido consistentemente más altos que en Estados Unidos.
Este 2 de enero, por ejemplo, el precio promedio de la gasolina Magna en México era de 22.30 pesos por litro (gasolinamx.com). El precio promedio del equivalente más cercano en Estados Unidos, la gasolina regular, que en realidad es de mejor calidad que la Magna, era de 3.104 dólares por galón (gasprices.aaa.com). A 3.785 litros por galón, son 89 centavos de dólar por litro, o 15.13 pesos al tipo de cambio al mayoreo de ayer, de 17 pesos por dólar. No escucharemos al presidente alardear hoy que la gasolina en México es más barata que en Estados Unidos.
López Obrador, sin embargo, no entiende que los precios mandan señales al mercado, por lo que inhiben o promueven el consumo. Cuando la gasolina es cara, se reduce la compra; cuando es barata, se eleva. Él se considera más inteligente que los millones que participan en un mercado y prefiere fijar precios sin considerar las condiciones de cada momento. Por lo pronto, en su enorme inteligencia, hoy nos está haciendo gastar a los mexicanos 47 por ciento más por la gasolina que lo que pagan los estadounidenses. Aun así, se enorgullece de que en México no hay gasolinazos.
Adultos mayores
La pensión para adultos mayores subió 25 por ciento este enero para alcanzar 6 mil pesos bimestrales. Son 12.1 millones los beneficiarios de este programa, que con 465 mil millones de pesos es ya el mayor del gobierno federal. En 1950 había 1.3 millones de adultos mayores en México (60 años y más), para 2021 eran 15 millones, en 2050 serán 33.4 millones. ¿Cuánto costará el programa entonces?
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