Sergio Sarmiento
En un mundo fragmentado la cooperación se vuelve más importante. Quizá por eso más de 50 jefes de estado y de gobierno están acudiendo al Foro Económico Mundial esta semana. Ayer tuvieron presentaciones en sesiones plenarias la primera dama de Ucrania, Olena Zelenska, y el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, entre otros.
Zelenska, cuya presencia en el Foro no se reveló por razones de seguridad hasta el mismo día de su participación, hizo un llamado directo a los participantes: “Todos ustedes son influyentes –dijo–, [pero] no todos están usando esa influencia o no todos la están usando para las causas adecuadas”. La agresión a Ucrania de Rusia, dijo, ha generado una situación inaceptable: “Estamos enfrentando una amenaza de colapso del mundo tal y como lo conocemos, en la manera en que estamos acostumbrados y en la forma en que aspiramos”.
Sánchez reafirmó el compromiso de España con Ucrania. “Tenemos que luchar contra las semillas podridas que Putin ha plantado en nuestros propios países. Debemos evitar que estas fuerzas políticas lleguen a las instituciones y destruyan la Unión Europea desde dentro porque la amenaza es real”. Más tarde recordó que España comenzó a cambiar con el turismo y el comercio exterior: “Nuestro país ha prosperado con su apertura”, dijo.
La invasión de Rusia a Ucrania quizá no sea “una amenaza de colapso del mundo”, pero sí un recordatorio de la persistencia e incluso el fortalecimiento de los regímenes autocráticos. En este momento los países de Europa han reaccionado a la invasión a Ucrania con una unidad encomiable, como lo han hecho también otros países democráticos, entre ellos Estados Unidos y Canadá.
Pero hay el peligro de que en este mundo fragmentado el rediseño de las cadenas de producción y distribución para evitar a Rusia, y a China, pueda convertirse en un abierto retorno al proteccionismo y el aislamiento, que ponga fin a esa apertura que Sánchez reconoce ayudó tanto a su país. La pandemia y la invasión rusa a Ucrania mostraron la necesidad de tener alguna “redundancia” en las cadenas mundiales de suministro, reconoció ayer Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, en el panel “Keeping the Lights On Amid Geopolitical Fracture” en Davos. Añadió, sin embargo, que lo inteligente es “mantener un nivel que haga más resiliente la economía mundial, pero no que arrastre al mundo a un lugar en el que todos seremos más pobres y estaremos menos seguros”. Georgieva recordó que la globalización ha triplicado el nivel de vida de los países desarrollados y cuadriplicado el de las naciones pobres.
Es inevitable que la invasión rusa a Ucrania haya generado respuestas que han perturbado la distribución de productos de Rusia, principalmente petróleo y alimentos. Las consecuencias las vemos en una crisis inflacionaria que ha afectado a casi todo el mundo.
Las medidas que Estados Unidos y la Unión Europea están tomando contra China, sin embargo, parecen más inspiradas por un ánimo proteccionista que por una verdadera amenaza a la seguridad global. La gran pregunta es si los países que han prosperado con el libre mercado estarán dispuestos ahora a apostar por una economía cerrada y proteccionista, que inevitablemente reducirá los avances contra la pobreza, en el afán de combatir amenazas que no parecen reales.
La forma de mantener una economía abierta no es cerrarla a ciertos países. No podemos construir un mejor futuro sobre la fragmentación, como advirtió en los noventa Kim Campbell, la única mujer que ha sido primera ministra de Canadá.
Proyección
Como Claudia Sheinbaum no puede ir ya el próximo viernes a otros estados para continuar con su campaña política, el presidente ha decidido trasladar su mañanera del viernes al Palacio del Ayuntamiento para darle oportunidad a su corcholata favorita de proyectar su imagen a todo el país.
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Por elpiripituchi

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