
Sergio Sarmiento
Los médicos de nuestras instituciones públicas son unos verdaderos héroes. A pesar de que trabajan largas jornadas con sueldos muy bajos, y de que no cuentan con los insumos fundamentales, hacen hasta lo imposible por cuidar la salud de sus pacientes.
Uno de los ejemplos recientes más conmovedores lo vimos en el Hospital General de Macuspana, Tabasco -sí, la tierra de Andrés Manuel López Obrador-, donde un pediatra y una enfermera improvisaron un casco cefálico con un garrafón de plástico recortado para mantener la oxigenación de un recién nacido con distrés respiratorio. La intervención fue afortunada y el bebé se encuentra ya en buenas condiciones.
La imagen del bebé con su garrafón de oxigenación se hizo viral y esto obligó al gobierno a reaccionar. El 22 de abril el coordinador del IMSS-Bienestar en Tabasco, Adalberto Pérez Lanz, reconoció los hechos y afirmó que no se tomarían medidas contra el médico y la enfermera (¡solo eso faltaba!) ya que “actuaron tratando de salvar la vida, como muchos médicos lo hemos hecho, con los insumos que tengamos a la mano para poder proveer de salud a los pacientes”. Anunció también que se estaba abriendo una investigación para determinar “si existía deficiencia de ese tipo de insumo, desde cuánto existía y si se había hecho el trámite adecuado administrativo”. Además, “por una instrucción superior”, fue suspendido el director general del hospital, Édgar Huerta Ruiz, al igual que el administrador.
Parece una burla decir que se abrirá una investigación para saber por qué el hospital no contaba con un casco cefálico. Siempre ha habido carencias en el sistema de salud pública, pero desde que el expresidente López Obrador nos prometió que en su sexenio tendríamos un sistema mejor que el de Dinamarca la falta de recursos, insumos y medicamentos se ha agravado. Por otra parte, es un abuso suspender al director general del hospital y al administrador cuando sabemos que la culpa es de un pésimo sistema construido por el gobierno federal.
El expresidente López Obrador canceló el Seguro Popular porque dijo que no era “ni seguro ni popular”. Creó el INSABI para darnos ese sistema de salud que superaría al de Dinamarca, pero en mayo de 2023 lo canceló para entregar la responsabilidad al IMSS-Bienestar. De poco sirve, sin embargo, crear una institución tras otra si todo el gasto público de salud en México es de solo 2.9 por ciento del PIB contra el 10 por ciento de Dinamarca.
López Obrador mintió cuando canceló el Seguro Popular y cuando prometió que nuestro sistema de salud sería mejor que el de Dinamarca. Darle ahora al IMSS-Bienestar la responsabilidad que antes tuvieron el Seguro Popular y el INSABI sin proporcionarle un presupuesto adecuado es burlarse de la gente. De hecho, el cambio del nombre a IMSS-Bienestar tenía un propósito político y no de salud. En el debate entre candidatos presidenciales del 7 de abril de 2024, la entonces candidata oficial, Claudia Sheinbaum, afirmó que el IMSS-Bienestar, con menos de un año de operar, tenía una mayor aceptación, 59.7 por ciento, que el Seguro Popular con 47. El nombre estaba hecho para que la gente confundiera a la institución con el IMSS, que sí tiene un mejor servicio.
El problema es que al actual régimen solo le importa el poder, pero no los servicios de salud. Por eso pretende engañar a quienes no tienen seguridad social para que piensen que están recibiendo servicios similares a los del IMSS, por eso mantiene el gasto público de salud en niveles paupérrimos mientras desperdicia el dinero en obras faraónicas.
Otros modelos
El FMI estima que la economía mexicana caerá 0.3 por ciento en 2025. Ayer el Banco Mundial calculó 0 por ciento, como había hecho Banamex antes. Sin embargo, la presidenta Sheinbaum dice que ella y Hacienda tienen “otros modelos económicos” y mantienen una proyección de 1.9 por ciento. ¿Quién tendrá la razón?
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ABR 24 2025