Siete desafíos sobre la democracia

Guadalupe Robles

1.Volverla a definir

Los conceptos evolucionan, pues definen realidades coyunturales. O de una época. Ningún concepto es para siempre. Es probable que hoy llamemos democracia a un sistema que ha evolucionado y que seguramente ya no responde a buena parte de la realidad actual. No es la misma la democracia que estudiamos de los clásicos, con la que nos toca hoy vivir con todas sus implicaciones y contradicciones.

  1. Rescatar su confianza

Las instituciones de tanto servir se desgastan. Pierden confianza porque los procesos políticos son así. Deben replantearse de acuerdo con los desafíos de cada época. Es indudable que la democracia genera hoy desconfianza y escepticismo. Hay que reflexionar en torno a cómo rescatar esa confianza que mayoritariamente ha tenido como un sistema civilizatorio y de vida.

  1. Imaginarse sin ella

Un buen ejercicio reflexivo cuando la democracia nos decepciona es imaginar cómo era la humanidad cuando no había democracia. Uno tiene derecho a cuestionar el estado actual de cosas. Seguramente todos tenemos reproches al sistema democrático. Bien. Pero no debemos perder de vista que la democracia es un logro colectivo que hay que defender. Y que hasta el momento, es el sistema menos malo de cuantos se conozcan.

  1. No idealizarla

La democracia tiene sus alcances y sus límites. Es un sistema que está a prueba todos los días. No podemos idealizarlo como un sistema exento de tropiezos, errores y decepciones. Del tamaño de la idolatría es el tamaño de la decepción. Debemos de reconocer a la democracia como un sistema en constante mantenimiento.

  1. Defenderla de sus enemigos

Muchos dicen querer y defender a la democracia, pero terminan siendo con sus críticas, sus peores enemigos. Se empeñan, se engolosinan, en hacer ver sus fracasos e insuficiencias. También, hay políticos que dicen defenderla, pero sus actos la denigran y la llenan de desconfianza ante la gente.

  1. Practicarla de a deveras

Dice el dicho que no hay democracia sin demócratas. Pues sí la hay. En una sociedad es más fácil hablar de democracia que practicarla. Lo dijo John Womack: “la democracia no produce, por sí misma, una forma decente de vivir; más bien, son las formas decentes de vivir las que producen la democracia”.

  1. No utilizarla como arma

En la democracia no debe caber todo. En nombre de la democracia se realizan las más cuestionables acciones. Se manipulan masas, se justifican políticas donde ganan unos cuantos. La democracia es también un arma ideológica. Un arma de poder.

Por elpiripituchi

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