Columna

Sergio Sarmiento

Se acuerda usted de cuando López Obrador canceló las subastas de Pemex para la exploración de campos petroleros? El expresidente expresó así su rechazo a los empresarios privados que se habían atrevido a invertir en petróleo. “Ya rescatamos a Pemex” declaró, precisamente por haber eliminado esas licitaciones privadas.

La presidenta Sheinbaum no ha roto con su predecesor; al contrario, muestra constantemente su enorme lealtad. Sin embargo, en su nuevo Plan México reserva un lugar importante al sector privado en energía. Propone, por ejemplo, “proyectos mixtos entre Pemex y la iniciativa privada para la exploración y producción de hidrocarburos”. Se trata de un retorno a la colaboración con los privados. Esto es un reconocimiento de la grave situación en la que se encuentra Petróleos Mexicanos. En el tercer trimestre de 2024, el último reportado, la empresa tuvo una pérdida neta de 161 mil millones de pesos. Si sumamos las cifras de enero a septiembre, el monto se eleva a 430 mil millones de dólares. El gobierno de López Obrador transfirió a Pemex 1.4 billones de pesos entre enero de 2019 y septiembre de 2024 por aportaciones patrimoniales, estímulos fiscales y apoyos, pero aun así el pasivo financiero de la empresa -la más endeudada del mundo– apenas bajó de 2 billones de pesos, 106 mil millones de dólares de entonces, a 1.9 billones de pesos, 97 mil millones de dólares. Es como si AMLO hubiera tirado todo ese dinero a la basura. El problema es que las pérdidas acumuladas en su sexenio ascendieron a 1.3 billones de pesos. Todo el apoyo se fue a financiar los faltantes que se iban acumulando cada año (cifras de Pemex e IMCO). A la deuda “financiera” de Pemex, hay que añadir los pasivos con proveedores. Estos alcanzaron 403 mil millones de pesos al cierre del tercer trimestre de 2024. La situación es tan grave que ya está afectando el mantenimiento y la producción. Los proveedores que no han quebrado deben facturar cantidades mucho mayores a las que deberían para compensar el tortuguismo en los pagos. Hay incluso un mercado negro para que algunos reciban pagos más expeditos. López Obrador se preciaba de haber rescatado a Pemex, pero la verdad es otra. Al terminar 2018 la firma registró un patrimonio neto de -1.5 billones de pesos. Efectivamente, los pasivos eran mayores que los activos; la empresa estaba quebrada. Pero en 30 de septiembre de 2024, al dejar AMLO el poder, este patrimonio negativo había aumentado hasta alcanzar -1.7 billones de pesos. Poco importó la inyección de 1.4 billones de pesos de los contribuyentes; tampoco sirvió que las gasolinas en México sean 50 por ciento más caras que en Estados Unidos.
Notas

En contraste con las ocurrencias de López Obrador, el Plan México refleja el conocimiento de especialistas en energía. Plantea para Pemex la restitución de las reservas 1P y 3P, la separación de gas natural, la duplicación de la capacidad de almacenamiento y el fortalecimiento de la petroquímica. A la Secretaría de Energía le encarga definir el esquema de participación privada en la exploración de hidrocarburos. Lo más importante, sin embargo, es que da luz verde a esos proyectos mixtos con la iniciativa privada para exploración y producción. No son las ideas de un ingeniero agrónomo metido a Pemex para imponer dogmas ideológicos, sino de expertos que quieren fortalecer la empresa. Se necesita mucho más para rescatar a Pemex. Sin el uso de tecnologías modernas, particularmente la fractura hidráulica, prohibida en México, la firma no alcanzará su real potencial. Las inversiones en refinación, con excepción de la de Deer Park en Texas, son un lastre. Aun así, la participación de los privados puede fortalecer a una empresa que, pese a todos sus problemas, merece ser rescatada.
Aranceles

Donald Trump anunció ayer la creación de un Servicio de Ingresos Externos que cobrará los aranceles que quiere imponer. Estos impuestos, sin embargo, provocarán una guerra comercial internacional que tendrá consecuencias negativas para todos.

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