Apenas el pasado 26 de diciembre Mexicana de Aviación celebró su primer año de operaciones. En la mañanera de ese día el general Leobardo Ávila Bojórquez, director general de la aerolínea, ofreció una presentación llena de frases vagas y nacionalistas. Añadió: “Tenemos muchas sorpresas, tenemos muchas acciones que estamos realizando”.
Diez días después, el 5 de enero, la aerolínea anunció su primera gran sorpresa de este 2025: la cancelación de ocho de sus 18 rutas. De un día para otro, sin consideración para los clientes que ya habían comprado pasajes, cerró los vuelos a partir del 6 de enero.
Cayó tan de sorpresa el anuncio que Infodemia Mx, un servicio del Sistema Público de Información del Estado Mexicano, negó la cancelación: “No se encontró ningún comunicado o aviso oficial por parte de la aerolínea”, sentenció en redes. Efectivamente, no hubo ningún comunicado oficial de la empresa, simplemente un anuncio en su portal de internet. El mismo 5 de enero Infodemia Mx borró calladamente su desmentido.
Cancelar las rutas es una decisión sensata. Mexicana está haciendo lo que cualquier aerolínea privada haría en medio de una crisis: concentrarse en las rutas más rentables. El problema es que no hay indicación de que cuente con alguna ruta rentable. La empresa está recibiendo subsidios del gobierno a través de la Secretaría de la Defensa, pero no hay una contabilidad clara ni de sus ingresos ni de sus gastos.
Mexicana, cuyo nombre legal es Aerolínea del Estado Mexicano S.A. de C.V. (sí, es una sociedad anónima), está operando con solo cinco aviones: dos Embraer 175 para 50 pasajeros propiedad de la empresa TAR, contratados en un “arrendamiento húmedo” (wet lease) que incluye tripulación y mantenimiento; y tres Boeing 737-500 de la Fuerza Aérea Mexicana, que operan con tripulaciones militares. Los Boeing los vuela la aerolínea “privada” gracias a unos contratos de comodato sin cobro, cuyo costo pagamos los contribuyentes
La nueva Mexicana militar trató primero de arrendar aviones a través de una empresa de Texas llamada SAT Aero Holdings, pero en 2024 esta firma la demandó por incumplimiento de contrato. En junio de 2024 anunció un nuevo acuerdo con la fabricante brasileña Embraer para adquirir 20 aviones (10 E190-E2 y 10 E195-E2) por 750 millones de dólares. Estos aviones están programados para recibirse entre 2025 y 2027. Además de los aviones, la aerolínea tiene que conseguir tripulaciones y especialmente pilotos en un momento complicado.
El problema de Mexicana, sin embargo, es más de fondo. La empresa, que fue fundada por una ocurrencia del expresidente López Obrador, ni siquiera ha definido su papel en el mercado. “Necesitan saber qué tipo de aerolínea quieren ser”, me dijo ayer en entrevista Rosario Avilés, analista del sector de aviación. “La empresa no tiene una concesión, sino una asignación, que se da por razones de necesidad social”. Pero en lugar de cubrir los huecos del mercado, como los que dejó la quiebra de Aeromar, Mexicana está ofreciendo servicios en las rutas más competidas, como la de CDMX a Tijuana.
Ayer la presidenta Sheinbaum afirmó que los responsables de Mexicana “están haciendo una revisión de su plan estratégico para 2025”. Qué bueno que lo hagan porque el gobierno de López Obrador lanzó la aerolínea sin un estudio previo de factibilidad económica y sin plan de negocios. Añadió que “Mexicana va a seguir siendo la empresa del pueblo de México”. Pero más que ser del pueblo, parece que será una carga para el pueblo.
Olinia
Al gobierno no le basta con las pérdidas de Mexicana y del Tren Maya. Ayer anunció un proyecto para una planta de autos eléctricos. En vez de presentar estudios de factibilidad, el responsable, Roberto Capuano, ofreció a la presidenta el compromiso de que “lleguemos al partido de inauguración del Mundial de 2026, en el estadio Azteca, en un Olinia”.
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ENE 7 2024