Sergio Sarmiento
Estamos viviendo una nueva oleada de proteccionismo, incluso en Estados Unidos que durante décadas fue el gran defensor del libre comercio. Esto es dañino para el mundo.
No olvidemos la historia. El 17 de junio de 1930, bajo la presidencia del republicano Herbert Hoover, empezó la última gran ronda de proteccionismo en el mundo con la promulgación de la Ley Arancelaria Smoot-Hawley de Estados Unidos. Muchos países lanzaron medidas de represalia que llevaron a un colapso del comercio internacional. La Gran Depresión, que apenas había comenzado, se profundizó en todo el mundo. Millones perdieron sus empleos, lo cual facilitó el ingreso al poder de grupos totalitarios, como los nacionalsocialistas alemanes, y el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Hoy estamos cayendo en un proceso similar. El presidente electo de Estados Unidos Donald Trump ha prometido aplicar aranceles de 25% a los productos de México y Canadá, más otros de 10% a los de China adicionales a los ya existentes, más otros a los europeos, a menos de que Europa compre más petróleo estadounidense.
La locura proteccionista de Trump es producto de su ignorancia económica, pero el actual presidente Joe Biden, a pesar de haber criticado los aranceles de Trump en la campaña de 2020, no sólo los mantuvo, sino que los incrementó durante su gobierno. Las razones son políticas: el nacionalismo y el proteccionismo son populares, compran votos. Siempre es fácil culpar a los extranjeros de los males de un país. La Tax Foundation, sin embargo, advirtió el 26 de junio de 2024 que los nuevos aranceles de Trump reducirían el Producto Interno Bruto de Estados Unidos en 0.4% y eliminarían 344 mil 900 empleos. Añadió, sin embargo: “Nuestras estimaciones no capturan los efectos de represalias ni los daños adiciones que surgirían del inicio de una guerra comercial global”.
El proteccionismo suele ser irracional y autodestructivo. Lo hemos visto ahora en la decisión del presidente Biden de vetar la compra de US Steel por Nippon Steel. Si algún cuestionamiento tenía la oferta japonesa de 14 mil 900 millones de dólares era que ofrecía términos excesivamente generosos para una firma estadounidense metida en serios problemas desde hace décadas. Además del precio de compra, Nippon Steel se comprometía a hacer inversiones de cuando menos 2,700 millones de dólares para modernizar las anticuadas plantas de US Steel. Biden vetó la compra por supuestas razones de “seguridad nacional”, pero sin aportar argumentos de por qué la transacción representaría una amenaza a la seguridad estadounidense e incluso contra la opinión de sus propios consejeros de seguridad nacional. La política prevaleció una vez más sobre la inteligencia. Las acciones de US Steel se desplomaron 8.6% el viernes, al darse a conocer el veto. La empresa ha señalado que la falta de inversión obligará al cierre de plantas y al despido de trabajadores. Más de esto mismo es lo que presagian las futuras acciones proteccionistas de Estados Unidos y otros países.
En México, si bien el secretario de Economía Marcelo Ebrard describió con razón los aranceles que Trump quiere imponer a México como “un tiro en el pie”, el gobierno de Claudia Sheinbaum ha impuesto aranceles a productos asiáticos y la Secretaría de Economía ha usado la fuerza pública para confiscar “mercancía asiática ilegal”, cuando las verdaderas amenazas a la seguridad de los mexicanos son otras. Todos los políticos mienten sobre este tema. Afirman estar a favor del libre comercio, porque saben que beneficia a todos, pero recurren a medidas proteccionistas para ganar votos, aunque empobrezcan a todos.
Combustóleo
Transformar la termoeléctrica de Tula de combustóleo a gas natural es una sana decisión de la presidenta Sheinbaum. La pregunta ahora es qué hará Pemex para deshacerse de ese sucio combustible que vendía a la CFE para dañar la salud de los habitantes del Valle de México.
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ENE 6 2025