Por: (EL Economista)
Eduardo Ruiz-Healy
Esta semana, dos grandes eventos globales se desarrollaron en paralelo, pero con objetivos y visiones muy diferentes. Por un lado, en Washington, los líderes del FMI y el Banco Mundial discutieron los mismos temas de siempre: estabilidad económica global, control de la inflación y políticas monetarias coordinadas. Del otro lado, en Kazán, Rusia, los BRICS celebraron su cumbre con la idea de desafiar el dominio económico occidental. Sin embargo, ¿es realista este desafío?
Los BRICS —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— más Egipto, Etiopía, Irán y los Emiratos Árabes Unidos, representan 45% de la población mundial y 28% del PIB global. Además, Turquía, Azerbaiyán y Malasia han mostrado interés en unirse al grupo. A pesar de estas cifras, la realidad es que su capacidad para alterar el sistema financiero global aún está por verse.
Uno de los temas principales de esta cumbre es la creación de sistemas de pago alternativos al SWIFT, un pilar del sistema financiero global controlado por Occidente. ¿El objetivo? Reducir la dependencia del dólar. Suena bien, pero la implementación de este sistema enfrenta enormes barreras. El 90% del comercio internacional aún se realiza en dólares, y las economías de los BRICS carecen de la cohesión necesaria para avanzar rápidamente en esta dirección. Las tensiones entre India y China, por ejemplo, minan la capacidad del grupo para tomar decisiones conjuntas de gran calado.
Mientras tanto, en Washington, el FMI sigue manteniendo su rol dominante. A pesar de las críticas por sus políticas de austeridad, continúa siendo la fuente de financiamiento más confiable para países en crisis. Su modelo, basado en décadas de experiencia y el apoyo de las economías más fuertes del mundo, es difícil de desafiar. Los BRICS pueden hablar de sistemas alternativos, pero en la práctica, el FMI sigue siendo la columna vertebral del sistema financiero internacional.
A nivel geopolítico, los BRICS se presentan como una respuesta al control occidental. Pero, ¿hasta qué punto pueden realmente ofrecer una alternativa? Las divisiones internas entre sus miembros y las diferencias en sus sistemas económicos son una barrera importante. Mientras el FMI navega las tensiones globales desde una postura más neutral, los BRICS parecen más enfocados en sus propias luchas internas que en formar una verdadera coalición global.
México, por su parte, observa estos movimientos desde un lugar privilegiado. Con su fuerte relación con Estados Unidos, consolidada a través del T-MEC, y su rol dentro del FMI, México no tiene prisa por unirse a los BRICS. El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha dejado claro que su prioridad es fortalecer los lazos económicos con EU, el principal destino de sus exportaciones y la mayor fuente de inversión extranjera. En este contexto, la opción de alinearse con los BRICS no parece viable para México en el corto plazo.
La cumbre de los BRICS puede generar titulares, pero el FMI sigue dominando el terreno con su modelo de financiamiento y sus reformas estructurales. La verdadera competencia entre estas dos visiones está aún por desarrollarse, pero no cabe duda de que el futuro del sistema económico global será cada vez más multipolar.
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OCT 25 2024