Eduardo Ruiz-Healy(EL ECONOMISTA)
Faltando sólo unos días para asumir la presidencia de la república, Claudia Sheinbaum se enfrenta al desafío más grande de su carrera: demostrar que puede ser algo más que la sombra del presidente Andrés Manuel López Obrador.
En el discurso que pronunció ayer en el Congreso Nacional de Morena reflejó su intención de continuar con el legado de AMLO y cimentar lo que llama el Segundo Piso de la Cuarta Transformación. Su mensaje estuvo lleno de retos y oportunidades que no deben ignorarse.
Sheinbaum, al igual que muchos líderes que suceden a figuras icónicas, enfrenta el desafío de construir una identidad propia sin depender excesivamente de la de su predecesor. Aunque es natural que reconozca los logros de AMLO, el reiterado tributo a su figura genera dudas sobre si tiene la capacidad para innovar o si simplemente seguirá una línea trazada por él.
Es comprensible que busque consolidar el apoyo de la base lopezobradorista y su énfasis en la continuidad de los programas sociales, como las becas y las pensiones, refuerza esta intención. Sin embargo, lo que faltó en su discurso fue un tono más crítico hacia los aspectos del gobierno saliente que merecen ser revisados. No todo ha sido perfecto y México necesita un liderazgo que pueda corregir los errores sin miedo a señalar lo que no ha funcionado.
En cuanto a su ambiciosa agenda, Sheinbaum prometió mucho: más inversión en infraestructura, programas sociales ampliados, creación de empleos, la consolidación de la soberanía energética y alimentaria, y mucho más, pero no explicó cómo se financiarán estos proyectos, especialmente en un contexto de incertidumbre económica. Si bien presumió de que AMLO no endeudó al país, la pregunta sigue siendo cómo mantendrá el equilibrio fiscal mientras expande el gasto en áreas clave.
Otro aspecto que faltó en su discurso fue la falta de enfoque detallado en temas como la seguridad. Aunque mencionó la Guardia Nacional y la reforma judicial, no profundizó en propuestas concretas para combatir la violencia y el crimen organizado. Este es un tema central para millones de mexicanos y debe ocupar un lugar prioritario en la agenda de cualquier líder que aspire a mantener la estabilidad del país.
Por otro lado, su énfasis en la justicia social y la inclusión de los pueblos indígenas y afromexicanos es un paso positivo que refuerza la visión de un país más equitativo. Así, se muestra como una continuadora de la 4T, pero también como alguien que busca expandirla hacia sectores que históricamente han sido marginados.
Extrañamente, su discurso presentó una omisión notable: la política exterior. En un mundo cada vez más interconectado, el liderazgo de México no puede limitarse a lo nacional. No abordó las relaciones con Estados Unidos ni la creciente presión migratoria. Estos temas deben ser parte de su visión, o corren el riesgo de volverse problemas que rebasen sus capacidades.
En resumen, el discurso de Sheinbaum marcó una clara intención de continuar con la Cuarta Transformación, pero también dejó preguntas abiertas sobre cómo hará frente a los desafíos económicos, de seguridad y relaciones internacionales. Como suele ocurrir con los discursos políticos, el tiempo dirá si sus palabras se traducen en hechos.
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SEP 23 2024