Sergio Sarmiento

Escribo este artículo, por coincidencia, muy cerca de Lomas Taurinas. Este 29 de enero estuve conversando de otros temas con Patricia Aubanel, la renombrada cardióloga tijuanense que intervino el corazón de la madre Teresa de Calcuta y que trató infructuosamente de salvar la vida de Luis Donaldo Colosio Murrieta tras el ataque del 23 de marzo de 1994. Era inevitable pensar en Colosio, a quien conocí y aprecié.

No me sorprende que el propio hijo del candidato asesinado, Luis Donaldo Colosio Riojas, alcalde de Monterrey, haya pedido al presidente López Obrador que “mejor indulte a Mario Aburto” y “que ponga un carpetazo final a este asunto, [que] permita que tanto mi familia como México sanemos. Este asunto ha estado ya muy manoseado que estén reciclando el tema con tal de sacar raja política”.

El intento de sacar raja política ha alcanzado niveles vergonzosos. La FGR no solo ha revivido la tesis del segundo tirador, y responsabiliza al agente del Cisen José Antonio Sánchez Ortega de haber hecho el segundo disparo, sino que ha involucrado al villano favorito de López Obrador, Genaro García Luna, quien a los 25 años era subdirector operativo del Cisen y fue, según la FGR, quien “rescató” a Sánchez Ortega en Tijuana.

Un lamentable subprocurador especial, Pablo Chapa Bezanilla, inventó la tesis del segundo tirador en 1995 y acusó a Othón Cortés, un chofer en las oficinas del PRI en Tijuana, de haber hecho el segundo disparo. La acusación buscaba involucrar al general Domiro García Reyes, jefe de seguridad de Colosio, para sugerir que el presidente Carlos Salinas de Gortari había ordenado el asesinato. Pero todo era mentira. Ni Cortés tenía relación con Domiro, ni había realizado el segundo disparo. Después de ser torturado y encarcelado durante año y medio en el penal del Altiplano, fue exonerado en 1996.

Las pruebas periciales demostraron que solo hubo un tirador. Un video muestra a Aburto cuando realiza el primer disparo, con una pistola Taurus colocada directamente sobre la cabeza de Colosio. La bala atravesó el cráneo y nunca se encontró. El video no capta el segundo disparo, que en sedal hirió el vientre, pero la segunda bala sí apareció donde cayó el candidato, y era de la Taurus.

Aburto gritó cuando lo detuvieron: “Yo no fui, fue el ruco”. Sin embargo, quienes se encontraban junto a él, incluido “el ruco”, Vicente Mayoral Valenzuela, lo señalaron. Cuando los interrogadores le mostraron a Aburto el video, este reconoció haber realizado los disparos: el primero, dijo, solo para herir a Colosio y llamar la atención sobre sus “ideas pacifistas”; el segundo, porque se le había escapado. A Jesús Blancornelas del Zeta de Tijuana le dijo el 24 de abril de 1994 que con el primer disparo había querido pegarle a Colosio en los pies, pero se tropezó “y fue así como sucedió el accidente”. Después forcejeó con una persona que quiso quitarle el arma “y fue cuando se hizo otro segundo disparo”.

Sánchez Ortega tenía manchas de sangre de Colosio. “No se pudo determinar en qué momento y dónde Sánchez Ortega se maculó”, me dice un investigador. No se encontraba, sin embargo, “en el entorno” del candidato en el momento de los disparos. Esto, y la comprobación de que los dos disparos habían sido realizados por Aburto, hicieron que se le dejara en libertad tras ser investigado.

Ahora la FGR lo acusa sin nuevas pruebas, en un intento por involucrar a García Luna. Ayer el propio presidente López Obrador defendió esta acusación. Este nuevo uso faccioso del caso recuerda la intervención de Chapa Bezanilla. Esperemos que la Fiscalía no traiga ahora a una vidente, como la Paca, para declarar que los responsables del homicidio de Colosio fueron García Luna y Calderón.

Crecimiento

La buena. La economía mexicana creció 3.1 por ciento en 2023. Es una buena cifra. La mala. Buena parte de este crecimiento es producto de inversiones en obras faraónicas del gobierno que no serán rentables.

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ENE 31 2024

Por elpiripituchi

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