Ricardo Espinosa de los Monteros Zazueta
Como siempre ocurre en los partidos, la inconformidad por las nominaciones a diputados locales y federales, en particular, causó disgusto entre varios suspirantes de MORENA.
La mayoría de ellos (as) agraciados (as) con el enorme tsunami político que produjo la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador, pero sin contar ni con experiencia política y ni siquiera implantación social y liderazgo.
La personalidad del tabasqueño y su carisma imantó a todo aquel que tuvo la fortuna de estar en el momento correcto y en el partido MORENA que arrasó en el 2018.
El entonces candidato insistió que la votación por su partido tenía que ser pareja, es decir, votar por todos los morenistas enlistados y de esa forma, sin considerar ni experiencia ni capacidades, la gente votó a ciegas por todos los candidatos del partido guinda, borrando del mapa, al menos en Sinaloa, al PRI y al PAN.
Es hora que muchos morenistas afortunados (as) no entienden que si llegaron a las cámaras federales y locales o a los ayuntamientos e incluso a las gubernaturas fue por el enorme arrastre de López Obrador.
Muchos de ellos (as) repitieron color en el 2021, impulsados por el mar de fondo que el tsunami obradorista dejó en la vida pública mexicana.
El único político que ha dicho una y otra vez que de no ser por la influencia popular del presidente en amplios sectores de la población no hubiera llegado a la senaduría y luego a la gubernatura es el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya.
Rocha Moya ha sostenido que la lista que salió de candidatos de conformidad con la decisión del Consejo Político Local validado por la instancia nacional es la lista verdadera y que él no es jefe de ninguna cuadrilla, por lo que no tiene ninguna lista, ni favoritos.
Es irónico, por no decir que cínico, que a quienes no les tocó bailar en esta fiesta electoral, sean personajes beneficiados por la fortuna más que por el esfuerzo político, carisma público, capacidades intelectuales o académicas.
La ex alcaldesa Aurelia Leal, hoy diputada local y la dos veces legisladora María Victoria Sánchez Peña, pertenecen a ese grupo.
Hoy se duelen de que su partido no hizo las encuestas correspondientes y si esto es así, deberían de recurrir a las instancias partidistas para litigar sus respectivos casos, y no intentar presionar mediaticamente, cuando ambas carecen de un capital político propio.
Todo parece indicar que la luna de miel ha terminado para quienes gracias a la diosa fortuna o a la tómbola, han llegado sin mayores merecimientos a puestos de elección popular, y en este sentido el gobernador Rocha Moya sin mencionar nombres fue muy claridoso; la lista de candidatos es la lista, no se hagan bolas, y remató: “los que no están en la lista les faltó trabajo”.
Y yo agregaría que les sobró arrogancia y salvo excepciones, en su mayoría, se han ensoberbecidos, pensando que son sus grandes atributos que los llevaron a posiciones de poder o puestos de elección popular.
Los ejemplos más acabados y extremos son los ex alcaldes de Mazatlán y Culiacán, que con extrema rudeza trataron de jugar a las vencidas con su jefe político el gobernador Rocha Moya, presumiendo una falsa cercanía con López Obrador, quien al enterarse de la corrupción de ambos personajes los dejó colgados de la brocha.
El trabajo político se hace en las comunidades urbanas y rurales, es cierto, pero también se hace de cara al tercer piso, quien no lo entienda, está destinado en lo sucesivo al fracaso político.
En toda estructura política hay una cadena de mando y un líder, y ese despacha como jefe del ejecutivo estatal.
Si analizamos con cuidado la prensa de los últimos meses, nos daremos cuenta que la mayoría de los (as) beneficiadas (os) con premios electorales han estado ajenos a los problemas más sentidos de Sinaloa.
Son contados con los dedos de la mano quienes han puesto el pecho por su jefe político:
Feliciano Castro, el líder del Congreso, es uno de los políticos rochistas que están en el frente de batalla en todos los temas de la agenda política; el diputado José Manuel Luque es otro aguerrido defensor de la 4T, y de su líder local, el diputado Ambrocio Chávez, habría que inscribirlo también en esa reducida lista.
En la defensa y promoción de una nueva y verdadera autonomía para la Universidad Autónoma de Sinaloa, los diputados federales e incluso el senador Raúl Elenes Ángulo se han mantenidos ajenos o al margen de debate.
No existe un espíritu de cuerpo para acompañar las luchas políticas que enfrenta Rocha Moya, que ha tenido que asumir, casi en su totalidad, el desgaste político que implica las tareas de gobierno.
Las apariciones de los beneficiados por la gracia de la suerte son de carácter mediático y de una tibieza lamentable, por que lo de ellos es el cobro mes tras mes de las jugosas dietas parlamentarias de entre 150 mil a los 200 mil pesos al menos.
Es más, el diputado Sergio Mario Arredondo, hoy legislador independiente, ha hecho mucho más por las causas rochistas, sobre todo en la lucha por la moralización de la UAS, que todos los diputados federales juntos adscritos a MORENA. No exagero, los registros periodísticos lo acreditan.
Todo parece indicar que la política o estrategia de llevar a los congresos y las posiciones administrativas de poder, a personas que ofrezcan – una para mi- dudosa lealtad, ha llegado a su fin.
Si la Doctora Claudia Sheinbaum pretende la construcción de un segundo piso a la 4T, sobre un sólido piso que le deja el obradorismo, va tener que echar mano de los políticos más avezados, creativos e innovadores de la izquierda mexicana.
Los tiempos de los rentistas políticos y levantadedos ha llegado a su fin. Seguiremos abundando.