Antonio Quevedo Susunaga

El escenario político al que se enfrenta el presidente Andrés Manuel López Obrador está muy complicado, en donde la corrupción sigue siendo el dominador común, en el Poder Judicial; entre los miembros de los partidos PAN y PRI; en donde los intereses implican al Tribunal Federal Electoral de la Federación; el INE busca sacar la mayor raja económica y la fracción parlamentaria de Morena dividida.
El plan de combate a la violencia y la inseguridad, que enarbola el presidente López Obrador, se ve seriamente amenazado por los ministros de la Corte, que buscan desaparecer la “previsión preventiva oficiosa”, que de lograrlo quedarían en libertad muchos delincuentes de “cuello blanco y poderosos narcos” que se afiliarían a estos cambios constitucionales.
El asunto es más grave porque el propio presidente de México dice que en el Poder Judicial sigue prevaleciendo las viejas prácticas de corrupción, un poder que no ha sido alcanzado por moral del cambio y que ejemplificó:” hablando en plata, no resisten los cañonazos”.
El problema es mucho muy serio, el problema de corrupción del Poder Judicial no es el caso del gobierno federal, sino que hay 32 tribunales estatales que están en las mismas o en peores circunstancias, incluyendo el de Sinaloa.
A esto hay que sumarle que las fiscalías, tanto federal como estatales siguen cargadas de vicios, ineficiencias y alejadas del sentir de los ciudadanos, mientras los gobernadores se lavan las manos y los congresos estatales diciendo que son “autónomas”.
Es posible que el presidente López Obrador se canse de toda esta corrupción y desorden en el Poder Judicial, y haga lo mismo que hizo el presidente Ernesto Zedillo, de correr a todos los ministros y convocar a nuevos ministros que sean honestos y acaben con el rezago que hay de miles de mexicanos inocentes en las cárceles del país, por falta de un trabajo eficiente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
La decisión que tomó Zedillo fue porque la corrupción era inaceptable, igual que en estos momentos.
El otro asunto urgente que tienen en sus manos diputados y senadores es el caso del Tribunal Federal Electoral, que está enviando sanciones absurdas en contra de periodistas y youtuberos, porque afectan supuestamente los intereses; sin embargo, esto nunca se había visto, es un claro ataca a la libertad de expresión. En esto está en complicidad el INE o sus consejeros.
El otro dato del INE es que Lorenzo Córdova quiere más dinero y el gobierno federal, exige que haya austeridad, debido a que no hay dinero para el despilfarro y los grandes beneficios que recibieron en los gobiernos de Enrique Peña Nieto y de Felipe Calderón.
El mismo tema de la corrupción, que sigue siendo el “hilo conductor”, se registra personalizado en el dirigente nacional del PRI, Alito Moreno, que saca dinero de “no se sabe de dónde” para amasar una gran fortuna, mientras una gran cantidad de “borregos” priistas lo apoyan a pesar de todas las evidencias. Es increíble. Alito Moreno debería estar en la cárcel.
Y hay que reconocer que es muy hábil, porque tiene enredado al PAN, a su dirigente Marko Cortés, que lo sigue por razones inexplicables, y mientras Alito dice: si nos tocan a uno nos tocan a todos”. Traducido sería “si vienen por mí la fiscalía de Campeche, tienen que defenderme”.
Los panistas son también muy corruptos, el caso ejemplo es el Cártel Inmobiliario que la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, descubrió en donde están hasta el cuello Mancera del PRD, los diputados del PAN que son coordinadores en la Cámara de Diputados y en la Cámara de la Ciudad de México, hasta el aspirante del PAN, a gobernador del Estado de México, Enrique Vargas. Hay detenidos, cuentas congeladas y otros panistas que andan huyendo.
Y esto fuera poco, hay que ver que en Morena hay muchos traidores, empezando por su coordinador en el Senado, Ricardo Monreal, que tiene una gran cercanía con el gobernador Rubén Rocha Moya.
En la última reunión que sostuvieron los senadores de Morena, el presidente les envió una señal política muy contundente al no asistir los altos mandos del Ejército y la Marina, como tampoco el secretario de Gobernación, en estos casos, al buen entendedor pocas palabras, debido a que los senadores no han defendido como se debe la iniciativa de Guardia Nacional, que la pretende López Obrador sumarla a la SEDENA.

Por elpiripituchi

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