José Ramón, ¿el hijo pródigo?

Salvador García Soto

Quienes conocen bien a José Ramón López Beltrán lo describen como “puro corazón” y afirman que, a diferencia de sus hermanos Andy y Gonzalo, ni le interesa la política ni tiene una relación tan cercana con su padre. Al mayor de los hijos del Presidente mexicano no le llama la atención el poder y está más bien distante de los asuntos públicos, pero eso sí, le gusta relajarse y vivir bien y encontró en su matrimonio con la joven ejecutiva petrolera, Carolyn Adams, no sólo la posibilidad de formar su propia familia, sino a través de ella, cambiar su estilo de vida en Estados Unidos y disfrutar de cosas que nunca tuvo en México.

Podría decirse que, siendo el menos protagónico y político de los hijos de López Obrador, José Ramón se puso en el ojo del huracán más por su esposa, que proviene de una familia de clase media en Houston y que tiene conexiones y relaciones con las grandes empresas y los millonarios petroleros texanos. Es ella quien gusta de presumir y difundir en sus redes sociales los viajes, las casas y otros gustos y lujos que se da la familia López-Adams, en buena medida con los ingresos que ella obtiene por su trabajo como broker del sector petrolero, pero también por las relaciones que da ser la esposa del hijo del mandatario mexicano.

La mansión del escándalo que ahora los tiene en el ojo público es un buen ejemplo. La casa, propiedad de la empresa texana Baker Hughes, le fue prestada al matrimonio desde 2019. En esa casa, valuada en un millón de dólares y cuyos lujos fueron materia del reportaje de Mexicanos contra la Corrupción, vivieron hasta hace unos tres meses, cuando se enteraron que su ostentoso domicilio era motivo de rastreos periodísticos.

Al enterarse que la prensa mexicana ya sabía de la casa que habitaban, salieron de ella y se trasladaron a la antigua casa propiedad de la señora Adams, una vivienda cómoda, pero sin el tamaño ni las comodidades de la mansión que les había sido prestada. Baker Hughes tiene dos oficinas en México, una en la zona de Santa Fe y otra en el Periférico Norte y, como ya se difundió, es contratista de Pemex y participa en las obras de construcción de la refinería de Dos Bocas con asignaciones de hasta 151 millones de dólares, lo que ya ha dado pie a que el coordinador de los diputados de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, pida una investigación por “posible conflicto de interés”.

La nuera incómoda

La relación entre el Presidente y José Ramón se distanció a partir de su matrimonio con Carolyn Adams, a quien López Obrador nunca aceptó del todo. La muestra fue que cuando nació el hijo de ambos, y primer nieto del mandatario, este tardó varios meses en conocer al niño hasta que la pareja vino a México.

La joven texana, de origen brasileño, se negó a modificar su estilo de vida y sobre todo a dejar de difundir cosas en las redes sociales, algo que no es bien visto en Palacio Nacional por diferir y no ser congruente con el discurso de “austeridad republicana” que pregonan el Presidente y su gobierno. Hay incluso quien afirma en Palacio que la actitud de Carolyn de seguir publicando sobre sus viajes y actividades familiares, es una forma de desafiar a su suegro.

El tema podría escalar si se documenta conflicto de interés en el hecho de que el hijo del Presidente haya aceptado vivir por dos años en una mansión “prestada” por un contratista del Gobierno federal. Habrá que ver si el Presidente responde o no por el lujoso estilo de vida de su hijo y sobre el hecho de que haya aceptado vivir en una mansión propiedad de un contratista de Pemex, de lo que tuvo conocimiento pleno el Presidente.

Cuenta la Biblia del hijo pródigo que, tras haberse ido de la casa familiar a dilapidar la herencia de su padre, regresó al hogar y el padre mandó matar a su becerro gordo para recibirlo de vuelta, provocando la envidia de sus otros hijos. ¿Cómo recibirán o reaccionarán en Palacio ante el hijo pródigo?

Salvador García SotoSerpientes y Escaleras

Por elpiripituchi

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