PUNTA DE LANZA.
AMLO Y LA VIEJITA SORDA.
Por Armando Ojeda.
Murió el viejo lechero, y al día siguiente el notario público procede a leer su testamento ante la presencia de sus dos únicos hijos, y la que ya era su viuda.
“Para mi hijo mayor le dejo las casas del norte de la ciudad, y para el menor, he decidido designar las casas del sur, mientras que para mi amada esposa, serán los edificios de la zona centro”, leyó el Notario.
Enseguida, el Abogado suspende la lectura, se acomoda las gafas y volteando a ver a los tres herederos del finado, les dice en un tono de voz que pretendía ser amable y hasta simpático.
“Felicidades amigos míos, pero si he de ser sincero, les comentaría que no sabía que Don Cruz del Roble, fuera un hombre tan rico”, dijo el Notario.
Respinga entonces Doña Soledad, la viuda del lechero, y en tono molesto, responde al abogado; “Que rico ni que la chingada, lo que mi finado marido nos repartió fueron las rutas para la entrega de la leche”.
Después del desgraciado chascarrillo, y aterrizando ya en el mundo real, me es difícil el poder sustraerme de otro tema que se relaciona precisamente con ese apasionante, atractivo, emotivo y para muchos individuos, largamente esperado documento, llamado testamento.
Adivinó usted, me refiero al testamento político, que el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador suscribió y guardó seguramente en el baúl donde oculta sus más caros secretos.
AMLO tuvo la ocurrencia de filtrar la existencia de ese testamento durante su conferencia mañanera, y el revuelo se generalizó por todos los rincones de nuestra patria Azteca.
Pero lo que me queda claro, es que el Presidente puede ser ocurrente, pero no imprudente, claro, si es que ésta última actitud no le resulta necesaria y beneficiosa.
Ante todo, lo cierto es que el Presidente al momento de hacer pública la existencia de su testamento, cuidó muy bien la pertinencia de reservarse su real contenido. Es decir, no quiso pecar de imprudente.
Aunque claro, son pocos los que dan a conocer los pormenores de un testamento antes de morir, y AMLO no podría ser la excepción.
Sin embargo, ante los hechos arriba expuestos, la pregunta se hace impostergable; ¿Existe en realidad el testamento de marras?.
Desde mi óptica personal, creo que ese legado no existe, y que lo único cierto es que nuestro mandatario, trabaja poco, pero se divierte mucho.
A raíz de esa, mi conclusión personal, no dejo de pensar en las posibles risotadas que a manera de relax se auto obsequia nuestro Presidente en sus ratos de esparcimiento, allá en la soledad de su recámara, cuando repasa algunas de sus discursos, palabras o expresiones públicas del día.
La otra pregunta; ¿Es posible entonces, que el testamento político podría ser un invento más que nuestro presidente ideó para su sano esparcimiento, en aras de poder enfrentar de manera menos pesada la carga que le representa gobernar a México?; Si de ofrecer mi respuesta, yo pensaría de manera afirmativa.
Habría que ver su media sonrisa al momento en que da a conocer esa explosiva nota periodística, para así considerarlo.
AMLO suelta una nota destinada a ser un rico bocado para el morbo de la clase política nacional, y por el otro, un suculento platillo para la inocencia, candor y mansedumbre de sus millones de fieles seguidores.
Andrés Manuel López Obrador es habilidoso, astuto, calculador y visionario y en cada paso que da calcula muy bien el terreno que pisa y con qué pie lo hace primero.
Riega la pradera de verde y fresco pasto para que el ganado lo consuma, mientras sus mayordomos arreglan los corrales.
Recordemos que el anuncio de su polémico testamento, lo hizo un día después de haber sido hospitalizado y sometido a un cateterismo cardiaco.
Sabía y supo el mandatario que el día en que fue internado en el nosocomio, propios y extraños pensaron en un posible desenlace fatal.
Por esa razón, regresó al escenario público, mostrándose recuperado y radiante, para manifestar que estaba muy bien de salud y que México tenía Presidente para rato.
Y habilidoso como es, Andrés Manuel sabía que era el momento oportuno para soltar la nota del presunto testamento, cuyo contenido se apropiaría de todos los titulares de los medios de comunicación, tal y como ocurrió.
Sería de tal manera, un testamento con un contenido guardado solo en apariencia, pero con una lectura claramente dirigida, y no solo para los suyos, sino también para los ajenos.
´Por cierto, el testamento político de nuestro mandatario nacional, me recuerda la anécdota de la viejita enferma, sorda, pero muy rica, a la que de manera discreta un médico le colocó un moderno aparato auditivo.
Un día, el médico visitó a la anciana, para preguntarle sobre la efectividad del potente dispositivo colocado en sus oídos.
Buenos días doña Audelia; ¿cómo le ha funcionado el audífono que le coloqué?.
El aparatito ha funcionado de maravilla doctor, respondió con una tierna sonrisa la noble dama.
¿Y su familia que dice, señora?.
“No les he informado todavía, pero desde que me puso usted el dispositivo, ya he cambiado cinco veces mi testamento”, respondió Doña Audelia….
Tras la narrativa del chascarrillo, mi pregunta sería… ¿Si AMLO, en efecto tiene un testamento político, le hará cambios importantes, luego de haber conocido las reacciones de su gente durante su repentina hospitalización?…Pregunta interesante.
Y es que la lección de Doña Audelia no tiene desperdicio… Digo yo…. Nos vemos enseguidita.