En la raya
José Luis López Duarte
Al final del tiempo que hemos transcurrido con la 4T en el gobierno, cada día que pasa se configura una idea equivocada de que el nacionalismo revolucionario del PRI y su modelo económico de desarrollo estabilizador son iguales al nacionalismo de MORENA y al modelo económico de Estado benefactor que promueve, precisamente porque son dos épocas distintas, como la mañana y el atardecer.
De los años sesenta hasta los noventa vivimos en el marco de la Guerra Fría, la amenaza permanente de una tercera guerra mundial y que esta sería nuclear, capaz de destruir a la humanidad y la vida del planeta mismo, amenaza representada por los gringos, por un lado, y los rusos, por el otro, y todos los demás países en medio, dependiendo de ese descomunal conflicto que dividía al mundo y lo hizo pasar décadas de tensión y miedo.
La vida de las familias, en general, era de escases de mercancías y falta de dinero, donde se distinguía más fácil la división de clases sociales, los ricos y los pobres, donde específicamente México batallaba desde los años del cardenismo, por dotarse de una estructura económica que alcanzara la industrialización y modernización del país, dando saltos formidables, que para los años sesenta era una economía que descollaba, se fortalecía y aspiraba fuertemente a incursionar en el mundo de los países desarrollados.
Incursión que fracasó por el saqueo paulatino que se impuso en los gobiernos sucesivos y el contexto de disputa simultáneo con Estados Unidos por sostener una economía cerrada, que aspiraba a la autosuficiencia, mientras Estados Unidos pretendía construir a toda costa su “patio trasero” en México, como lo definió en la “doctrina Monroe”.
Hoy es otro mundo, la quiebra económica, política y cultural del bloque ruso, que constituía el otro polo de la Guerra Fría, el posicionamiento como “árbitro” del mundo por parte de Estados Unidos, el crecimiento de su dominio sobre México y el debilitamiento del Estado Mexicano y la quiebra del modelo de desarrollo estabilizador, así como el enorme desarrollo de las fuerzas productivas en el mundo con los avances científicos y tecnológicos que lograron en pocos años la internacionalización y globalización del planeta, desarrollo del que México se retrasó por casi dos décadas, así como la emergencia de una nueva clase política que se apoderó del gobierno, empezando con el salinato y que prevalece hasta nuestros días.
Para las fuerzas nacionalistas, democráticas y de izquierda de México todos estos cambios implicaron una derrota histórica y cultural, viniendo a crear otro mundo muy distinto al que se soñó (como dijo Aute), donde esta fuerza no se ha reconstruido y se cree que AMLO y la 4T lo son, sin hacer conciencia que son los depositarios de una reacción popular electoral, que ha sobrevivido por tres décadas, pero no son ni la fuerza ni el proyecto que han de derrotar al neoliberalismo y su modelo de Estado Nacional y gobierno.
Puede ser la matriz, eso sí, y eso es lo que hay que intentar, pero el pensamiento de AMLO, la 4T y MORENA debe hacer conciencia que no son aún ese proyecto y que pueden ser el pivote de la recuperación de esa fuerza derrotada a fines del siglo pasado.
Es muy difícil el dilema, pero debe hacerse conciencia de ello y actuar en consecuencia. Creerse que lo son es una ruta que va al fracaso. Ojalá y no.