COLUMNA: SOBRE EL CAMINO
Por.- Benjamín Bojórquez Olea.

Urge la democracia…

La corrupción, la inseguridad y la impunidad han generado indignación y desconfianza en la sociedad, y de cara a las elecciones del 2022, es importante fortalecer la credibilidad en la democracia. A lo largo de estos 40 años nos hemos empeñado en dar credibilidad a nuestra democracia. Creo firmemente que la organización electoral es la mejor del continente, pero el hecho es que muchos mexicanos piensan lo contrario. Las democracias serán siempre perfectibles; su fuerza radica en su permanente capacidad de responder a las demandas sociales y en actualizar su andamiaje institucional. Los ciudadanos están decepcionados de la política y los políticos, probablemente porque las reformas políticas de estos 40 años han generado pluralidad, competencia, alternancia, pero el país sigue padeciendo pobreza, desigualdad social, violencia, impunidad y corrupción. La democracia es un medio para brindar un mejor gobierno, desarrollo y justicia social, paz y estabilidad. Faltan pocos meses para que el proceso electoral en distintas entidades del país tenga su momento cúspide: el de la decisión individual que, en suma, se hace mayoría. En tiempos en donde hay crisis de confianza, quienes ganan toda forma de medición son los indecisos. Hay gente a la que le resulta totalmente fuera de sus temas cotidianos hablar de política. “De política, futbol y religión, no se habla”, así nos educaron a muchas personas en casa, o bien, a “no meterse en lo que no importa”; sin embargo, esas costumbres están haciendo mucho daño a la vida pública. Debemos meternos en lo que importa porque afecta nuestra vida, pero además debemos de hablar sobre aquellas cosas difíciles. Quizá esa sea la dosis de antídoto necesaria para que dejemos de ver esas decisiones como ajenas y le otorguemos el poder a unos cuantos. Por supuesto que “la burra no era arisca, sino la hicieron a palos” y, lamentablemente, en nuestro país hasta parece que la clase política se encarga de poner “muros” que no permiten que la gente pueda tener la mínima esperanza de participar como una obligación cívica. En plena pandemia, pese a las vacunas, el gran cuestionamiento apunta a si la gente estará dispuesta a salir a la calle y optar por la presencialidad, pues es un factor muy importante e incluso determinante para la vida pública y la educación misma. En esta jornada histórica que se avecina en el 2022 donde hay mucho en juego, pero además es atípica por las condiciones en las que se está haciendo campaña gubernamental, habrá que también reforzar el hecho de que la gente tiene que esforzarse por hacer valer su derecho de votar. Esa es una responsabilidad inevitable y más ante la falta de contrapesos que necesita nuestro país. Un proceso electoral en paz y con la convicción democrática de que las elecciones sí sirven, es lo que más deseamos para los países, pues los que pensamos que el voto es la herramienta que permite hacer el primer trabajo de la ciudadanía: decidir a sus representantes.

GOTITAS DE AGUA:

La actual crisis de la democracia no se limita a la crisis de representación. Las elecciones tienen hoy menor capacidad de representación por razones institucionales y sociológicas y existe malestar y desasosiego ciudadano. El pueblo ya no es aprehendido como una masa homogénea sino más bien como una sucesión de historias singulares. Y para dar cuenta de ello, resulta urgente ampliar la democracia de autorización a una democracia de ejercicio, lo cual requiere de una democracia narrativa, con ciudadanos iguales en dignidad y reconocimiento. De lo contrario, el déficit de representación seguirá provocando oscilaciones entre la pasividad y el miedo, que a menudo favorecen a los llamados populismos de derecha e izquierda. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

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