Sobre el camino
Benjamín Bojórquez Olea.
Los partidos en Sinaloa no representan las angustias de las personas; la solución vendrá de la sociedad civil. Llegó el momento de la sociedad civil. Es ahora o nunca. Pese al desgaste gubernamental, habrá que infligir no en una declaración ordinaria o pragmática, sino en una apología mediática, que deja de lado la cruda realidad. Queda claro que la degradación de la política partidista avanza incontenible. Comienza por el lenguaje.
Por la pérdida de calidad. Por la dictadura de los ignorantes. Y son en realidad los partidos políticos que caminan fuera de base y sin credibilidad. Considero que la sociedad civil está por encima de los partidos, de ahí parte la crisis de gobernabilidad no solo en sus actores que día a día empujan a un gobierno al laberinto de la idiosincrasia.
Termina por convertirse en circo, en penoso espectáculo de carpa donde los protagonistas luchan por ser más agresivos, más léperos. El parlamento político ya no vibra por las confrontaciones en tribuna sino por la ocurrencia, el disfraz, la banalidad. Como que están muy tecnificados y en espera para acechar errores que permitan violentar a la sociedad, con la finalidad, de crear ingobernabilidad, que es el pan de cada día de los partidos políticos que se degradan a una cabañuela.
En uno de los momentos más críticos de la nación, la política se afana en la supresión de las ideas. Repito, los partidos no representan las angustias ni las necesidades de las personas. Sirven a sus clientelas. El proyecto de nación oficial no se enriquece con autocrítica ni menos con apertura. Pero a este no se confronta con un sólido proyecto alterno. Eso explica, en parte, la aprobación del presidente (no de su gobierno ni sus resultados) pese al desastre nacional. La solución no vendrá, entonces, del sistema político. Vendrá de la sociedad.
Considero que el gobierno de Rubén Rocha Moya encamina a un proyecto social muy extenso y espeso, lo cual representa una crisis política para quienes están detrás observando desde las gradas. Como ejemplo se pudiera considerar las alternancias que ha sufrido Sinaloa, y digo sufrido, porque bajo esa óptica política los partidos son los que se han venido degradando y ahora es la sociedad civil que retoma los hechos políticos pese a la velocidad de la información tanto cierta como falsa. A partir de ahí, los recambios han sido constantes, con alternancias de poderes en todos los niveles y hacia todos los signos.
Por ello es importante destacar que Rubén Rocha Moya se enfrenta a los ciudadanos de alta intensidad, pero en estos tiempos es no solo un deber es una urgencia voltear y recuperar esa parte, para amplificar los márgenes de error en un gobierno en donde los partidos anárquicos pretenden violentar mediáticamente a la sociedad civil. La clase política que pretende violentar el estado deberá sentir la presión social cotidiana y permanente para responder al interés público. En algún punto, pronto, los partidos deberán verse forzados a abrir las puertas de participación a ciudadanos, de lo contrario, se verán rebasados.
GOTITAS DE AGUA:
La política en Sinaloa necesita una diálisis: inyectar a su cuerpo sangre nueva, y esa deberá provenir de afuera: del sector privado. La degradación de la política ha hecho muy costoso que los mejores profesionistas y talentos, empresarios, artistas, científicos, se involucren en la cosa pública. Es entendible. El desprestigio es tan grande que, entrar a la política, implica un costo alto. Habrá que pagarlo. La política en Sinaloa ha perdido brillo. Habrá que recordar, sin embargo, que siempre habrá algo peor que la mala política: la política desaparecida. Cuando esto ocurre, a los votos los suplen las balas. En esas andamos. Llegó el momento de actuar. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…