COLUMNA: SOBRE EL CAMINO
Por.- Benjamín Bojórquez Olea.
La principal ficha de AMLO…
Manuel Bartlett ha retornado a las primeras planas como el hombre más poderoso en este gobierno. O tal vez nunca ha salido de ellas. Su nombre es una herida abierta; chorrea sospechas fundadas en la figura de don Manuel Buendía y José Zorrilla Pérez, subordinado suyo en el puesto de director de la Dirección de la Policía Judicial Federal. La semana pasada, durante su comparecencia ante comisiones de la Cámara de Diputados, con un cinismo que solo puede provenir de lo más espeso del viejo priismo, revivió el tema del fraude electoral presuntamente instrumentado por él (en su carácter de Secretario de Gobernación y presidente de la Comisión Nacional Electoral) durante las elecciones presidenciales de 1988, en la que Carlos Salinas de Gortari fue entronizado en el puesto de presidente de la República. Lo del fraude no lo digo yo, lo dicen los especialistas que han estudiado aquel periodo de gobierno, ya en lo particular o ya en lo general. Antes de terminar su periodo, Salinas mandó que toda la papelería electoral, incluyendo las boletas, fueran incineradas, para lo cual contó con la anuencia del Congreso. Bartlett dice que la quema se hizo a petición de Diego Fernández de Cevallos. Previamente el panista lo acusó de cínico y desvergonzado y publicó un video de la noche de la elección, en el que se mira al panista encarar a Bartlett por la caída del sistema (“la computadora calló” -de enmudecer-, le reprocha). El de 1988 no es el único fraude electoral del que es acusado el poderosísimo director de la CFE en el gobierno del presidente López Obrador. En 1986 manipuló las elecciones de gobernador en Chihuahua, y le arrebató el triunfo al panista Francisco Barrio e impuso a Fernando Baeza, candidato del PRI. Un grupo de veinte intelectuales de la ciudad de México protestó por lo que los propios priistas denominaron “fraude patriótico”. El grupo firmó una carta pública que tuvo repercusiones en la comunidad internacional. Se reprodujo en periódicos de Estados Unidos, Inglaterra y otras naciones con regímenes democráticos. El gobierno fue presionado por la comunidad internacional. El presidente de la Madrid ordenó a Bartlett que resolviera la cuestión, al parecer una determinación meramente suya. Enrique Krause, del grupo de los firmantes, cuenta que Bartlett citó a un grupo de ellos en el restaurante La Calesa de la calle de Londres en la ciudad de México. No negó el fraude, pero aclaró contundente a sus comensales que no se podía entregar el gobierno de Chihuahua a los empresarios, a la Iglesia y a Estados Unidos. Manuel Bartlett está de vuelta en su estado natal de Puebla, en mucho por los huecos políticos dejados por este gobierno. Todo hace pensar que ahora sí conseguirá lo que no pudo hace 22 años: poner de gobernador a uno de los suyos (y los suyos son los que ya se acuchillan por el puesto). En aquella ocasión (1999) un grupo de priistas se fajó los pantalones y le paró los tacos al poderoso gobernador. A la cabeza se puso Melquiades Morales, un hombre que hasta entonces se había caracterizado por su sumisión absoluta a las reglas de la obediencia priista; pero entre ese grupo había un advenedizo, un personaje por el que nadie pagaba un peso. Acababa de desembarcar en Puebla procedente de Estados Unidos, en donde había hecho su vida. Su nombre: Rafael Moreno Valle Rosas. Se dice que fue de su cartera de donde salió el dinero que terminó doblegando al temido gobernador Bartlett; ex secretario de la dependencia más importante del gobierno federal, Gobernación, y de la no menos importante por su influencia ideológica: Educación Pública. A partir de entonces Moreno Valle se tomó licencias como la de contradecir e incluso reprender en público al gobernador Melquiades. Bartlett deja entrever que tiene el control político de dicha entidad. Es la verdadera razón de la disputa a ratos soterrados y a ratos abierta entre grupos, vinculados con él. Allí están los Mier, los Estefan e incluso Enrique Doger, herederos directos de la primera etapa de amasiato, alentada por el propio Bartlett, a través del primo José Doger. Incluso se dice que su fallido proyecto de San Francisco, mediante el cual se proponía la gentrificación de la Puebla vieja, será retomado y ejecutado. Y ahora sí viene el blanqueamiento a lo grande de los antiguos barrios adyacentes al río, en donde sobreviven generaciones de familias provenientes de cuando la Puebla fue fundada ex profeso para blancos españoles. Individuos malvivientes que andaban desbalagados en el nuevo mundo, pillando a los indios, pero sobre todo a las indias; los indios en general tenían prohibido ingresar en la nueva ciudad levantada por ellos, en terrenos cercenados al territorio del señorío de Cholula (el Códice Cholula es muy claro al respecto). La salvedad eran los indios sirvientes.
GOTITAS DE AGUA:
No hay que engañarse. Bartlett hace las veces de vicepresidente, sino es que de presidente. Es el hombre más poderoso del gabinete a quien, ya se vio, se le permite todo-todo. Y todo-todo es Todo. Incluso se ha llegado a pensar -yo entre ellos-, que esa arenga que es Morena es una pieza de utilería ideada por el propio Bartlett para pelear sus guerras, que bien a bien nadie sabe cuáles son, pero no son las de México. Mario Marín, pupilo suyo en el papel de secretario particular, y político ladino al fin, con quien mantuvo un amasiato en campaña, apenas fue declarado gobernador, le dio la espalda y lo mantuvo lejos. En ese desamparo fue que Bartlett encontró cobijo en el PRD-Morena, a instancias siempre del propio López Obrador. ¿A cambio de qué? Más allá de contrariar y disminuir a los Cardenistas, al parecer de nada, que no sea la complacencia por los usos y costumbres de lo más espeso del viejo PRI, encarnados en Bartlett como en nadie. Sin embargo, hay algo extraño: el presidente López Obrador ha tomado en sus manos la honorabilidad de su “alter ego” y se afana en lavarle la cara. Pues bien, ya se ve por dónde viene el 2024. En este escenario de intereses oscuros, vinculados con la antigua nomenclatura del viejo régimen, es donde descuellan las figuras y venganzas de Manuel Bartlett el hombre más poderoso en el gobierno de López Obrador. “Si cierran la puerta, apaguen la luz” “Nos vemos el Lunes”…
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